domingo, 23 de diciembre de 2007

*Catita inocente

Catita inocente
Autor: Paulino Arreola Arreola D. R. ©

En la tienda de abarrotes de la esquina
un rincón de maquinitas la esperaba
cada tarde, como aguardan muy formales
a sus novias los amantes de las damas.

El camión de los helados tarareaba
insistente una mala melodía
y la cruel monotonía del videojuego
sofocando muchos sueños, muchas vidas.

Los infantes en la calle jugueteaban
al “avión” y a la “quemada” y entre risas
el verano se extinguía somnoliento
como anciano satisfecho de la vida.

Las mujeres trabajando en la maquila
o guisando en la cocina la esperanza
olvidaron que las plantas que se riegan
y se cuidan con paciencia crecen sanas.

Cuando supo que su niña ya no estaba
con los niños de la cuadra ni en la esquina
se culpó al saber su niña secuestrada,
y al hallarla mutilada murió en vida.

Esa madre enloquecida de impotencia
se desgarra la conciencia cada día.
En su mente ve a su niña muy serena
y en la puerta de la tienda la imagina.

Por las tardes le cocina la merienda,
mientras ve telenovelas y noticias
y su esposo en la maquila se impacienta
de saberla tan contenta con su hija.

¿Con quién hablas le pregunta su pareja?
“Con Catita” -muy molesta le responde.
¿Qué no sabes que se esconde cuando llegas?,
porque teme si en la puerta oye voces.

¡Ya mujer! ¿Dónde la miras?, si hace años
que Catita se ha marchado para siempre.
No digas estupideces que intimidas.
Ella juega escondidas allá enfrente.

¿Qué no ves que se entretiene jugueteando?
Ya no tarda. ¿Nos sentamos a la mesa?
Tengo lista ya la cena, ¿comenzamos?
Esta bien, mujer, comamos mientras llega.

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